Cómo la mafia rusa lavó dinero en la Bolsa de Toronto.
- giuseppemaggiore9
- 16 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Una empresa listada en la Bolsa de Toronto, un ex primer ministro de Ontario en su junta directiva, dos firmas contables internacionales dando el visto bueno en sus auditorías, la prensa financiera atraída por sus extraordinarios resultados y unos de los líderes del sector de imanes industriales a finales de los 90´s. Todo parece normal, cualquier inversionista promedio invertiría sin pensarlo con resultados financieros así y una gobernanza corporativa como la que YBM Magnex tenía a inicios de 1998.
Nada más alejado de la realidad, se convirtió en uno de los casos más relevantes de lavado de dinero, tanto por su fachada como por su grado de especialización y capacidad de engaño a reguladores y analistas.
¿Quién estaba detrás de este entramado?
Unos de los jefes de la mafia rusa, Semion Mogilevich. Su dinero provino de la extorsión a gran escala, prostitución, tráfico de armas y tráfico de drogas.
Usual para una organización criminal, lo que realmente diferencia a Mogilevich de otros capos criminales fue el manejo del dinero obtenido por esas actividades. Dar respuesta a esto es fácil, Mogilevich es graduado en economía en la Universidad de Leópolis, además de dominar varios idiomas, sus capacidades lo pudieron hacer un hombre de negocios con proyección internacional.
Empezó su carrera como un ladrón y falsificador de poca monta en la década de 1970, dicen los funcionarios, y luego ganó millones en la década de 1980 con los judíos que abandonaron la Unión Soviética. Tomó sus obras de arte, joyas y otros objetos de valor, prometiendo venderlos y enviar el dinero. Se quedó con la mayor parte de las ganancias.
A inicio de los 90´s sus operaciones de lavado de dinero pasaban todas por oficinas en Londres, hasta que para finales de 1995 los reguladores británicos empezaron a dar seguimiento más riguroso a sus actividades y decidió, desde 1994 empezar un plan de adquisición de empresas en Norteamérica, su foco se concentró en el mercado canadiense.
El mercado canadiense ofrecía para el momento ventajas a nivel regulatorio, sus normas eran menos estrictas que aquellas estadounidenses. Es así como en el año 1994 se hacen con parte importante de Pratecs Tech, empresa listada en la Bolsa de Alberta.
Con una primera experiencia exitosa decide dar el otro paso, a través de Pratecs Tech adquiere YBM Magnex. Esta operación hace que Mogilevich y otros cinco socios, naturalmente todos partes de la mafia rusa, tengan un tercio del capital accionario de la empresa.
YBM se dedicaba a fabricar y comercializar imanes industriales, la producción de estos imanes se hacía en Hungría, convenientemente la base de operaciones de Mogilevich. Para el momento de la adquisición la empresa cotizaba en la Bolsa de Toronto a 0.10 dólares canadienses.
La adquisición de la empresa se llevó a cabo a través de una combinación usual de empresas fantasma, con sede en distintos lugares entre los cuales están Londres, las Islas del Canal e Islas caimán. Estas empresas hacían depósitos y operaciones hacia empresas estadounidenses, todas registradas en una misma ubicación, la oficina de uno de los abogados y amigos de Mogilevich en Estados Unidos, estos fondos pasaban legitimados a Canadá.
No era suficiente solo con adquirir la mayoría del capital accionario, también se llevó a cabo un plan de relaciones públicas que convenció hasta al ex primer ministro de Ontario, David Peterson, de formar parte de la junta directiva.
Este paso no se concluyó con captar a reputados integrantes de la sociedad canadiense. Los medios fueron el siguiente paso, sobornar a periodistas y medios completos para que publicaran las maravillas de esta empresa y su perspectiva como una inversión rentable y segura. Se le dedicaban reportajes enteros dando prueba de los tremendos beneficios generados por YBM.
El paso que definió el último eslabón para que este fraude pudiera tener éxito era “convencer” a las firmas auditoras, con sobornos de por lo menos $500,000, dos de las más grandes firmas auditoras del mundo dieron el visto bueno a los balances financieros de la empresa.
Con esta combinación de buena gobernanza corporativa, estados financieros saludables y auditados que mostraban ganancias y medios que elogiaban el desempeño de la empresa, en algo más de tres años esta empresa aumento su valor más de 200 veces, pasando de 0.10 dólares a 20.15 dólares por acción.
El reinado de YBM como favorito del mercado de valores llegó a un abrupto final el 13 de mayo de 1998, el día en que los agentes del FBI allanaron la oficina central de la compañía en Pensilvania en relación con una investigación criminal. Las acciones no han cotizado desde ese día.
El público obtuvo su primera confirmación oficial de que se sospechaba que YBM tenía vínculos con la mafia en diciembre de 1998, cuando la nueva junta publicó un informe de contabilidad forense, alegando que YBM estaba lavando dinero.
El escándalo de larga duración que rodea a la empresa estalló casi un año después, cuando en noviembre de 1999, los reguladores de Canadá se abalanzaron sobre prácticamente todos los involucrados con YBM.
Casos como este desnudan las vulnerabilidades de agentes reguladores en países cuya profundidad de los mercados financieros son más débiles que los estadounidenses, hay que tomar en cuenta que las medidas regulatorias se han hecho cada vez más estrictas y en mercados como el antes mencionado es difícil que vuelva a suceder, pero no se descarta que sucesos de este tipo puedan repetirse en mercados cuya característica actual sea equiparable a la del canadiense de hace más de veinte años atrás.
La lección para los inversionistas es siempre la misma, más allá de lo que se pueda ver a simple vista, antes de hacer apuestas en una empresa hay que trascender la búsqueda sencilla, comprender los modelos de negocios y hasta dónde puede llegar el conocimiento individual en sectores y mercados para entender el riesgo que se enfrenta más allá de la rentabilidad prometida.
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